sábado, 6 de octubre de 2012

EL PSICÓLOGO Y EL SEXO


No parece que la inmensa mayoría de las personas tenga una idea clara y nítida de cuándo acudir a un trapeuta sexual y no se les puede culpar de esta desinformación, cuando incluso dentro del campo de la medicina las cosas tampoco irradian claridad. Se hace cierto el dicho de que para resolver un problema primero se tiene que tener conciencia de que existe ese problema. ¿Cuándo hay que acudir a un terapeuta sexual? ¿Cuándo el campo para resolver un problema sexual se encuentra en la psicología? Esa es la cuestión. Pero de algo sí se puede estar seguro: desde que el terapeuta detecta el problema en el individuo o en la pareja, el paciente puede tener enfilado el camino a su recuperación. Nada mejor que ejemplos reales para ilustrar esta introducción.


Rosa se siente un poco acomplejada por su físico, desde que nació su segundo hijo tiene unos kilos de más y el pecho algo caído. Además, en los últimos meses, siente gran ansiedad y la tendencia a analizarse negativamente le está provocando mucha inseguridad en sí misma. En los últimos encuentros sexuales no ha conseguido alcanzar el orgasmo con Luis, su pareja, los motivos que sean no los reconoce en ese momento, podría ser estrés, casualidad o altibajos hormonales. Luis, lejos de ayudarla, empieza a cuestionarla y a preocuparse en exceso.

Juan, en los últimos meses, no consigue mantener la erección como antes, piensa que será el estrés o que ya su mujer no le atrae tanto, es lo normal tras quince años juntos, se repite a sí mismo. Le genera ansiedad cada vez que su pareja le pide tener relaciones, porque considera que “no estará a la altura” y comienza a dar excusas. Lucía, su mujer, nota que su marido ya no la desea, la evita, se enfada de nada, está diferente. Ella lo tiene claro: seguro que hay otra.
 


Resulta difícil discernir si los problemas psicológicos que pueda tener una persona o una pareja son la causa de las disfunciones sexuales o si son estas disfunciones las que han provocado los problemas personales o de relación en la pareja.

Normalmente, a las personas les cuesta identificar las causas de sus problemas y van en la búsqueda de solucionar exclusivamente los síntomas. Rosa va al médico de medicina general y le cuenta que desde hace una temporada sufre de insomnio, está triste, sin ganas, ansiosa. Sale de la consulta con una receta de algún ansiolítico, antidepresivo o somnífero y con la sugerencia de que vaya a un psicólogo porque está muy estresada. En cambio Juan, cree que ha perdido el deseo sexual por su mujer y comienza a buscar soluciones que lo van a alejar cada vez más de su hogar y de la estructura familiar que hasta ahora había creado.

Alrededor de la mitad de la población sufre algún tipo de disfunción sexual, entendida ésta como la alteración persistente de los patrones normales de interés o respuesta sexual, que interfiere con la adecuada realización y gratificación de la misma. A pesar del sufrimiento que provocan, se mantienen ocultas, bien por ignorancia o bien por motivos socio-culturales. Si Rosa y Juan no reaccionan a sus verdaderos problemas, es fácil saber el final de la historia, ambos terminarán estropeando o poniendo en peligro de alguna manera su matrimonio.


"El sexo es una danza de creación compartida"- Dr. Wayne W. Dyer

El ser humano es un individuo sexual por naturaleza y es con su pareja con quien expresa esta sexualidad; a su vez ésta implica hábitos, comportamientos y actitudes adquiridas durante el desarrollo de cada persona. Habitualmente es una fuente de placer pero, cuando se presentan disfunciones, por la causa que sea, físicas o psicológicas, el resultado es que éstas se convierten en origen de conflictos, obstáculos para la comunicación y causantes de un profundo malestar, lo que afecta a toda la esfera personal y social, tanto del que la sufre, como de su pareja. Por lo tanto, es importante saber que cuando la persona o la pareja tenga algún problema, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, la propia respuesta sexual, la comunicación entre ellos, la búsqueda conjunta de soluciones constructivas y si aun así no consiguen resolverlo, que no tengan miedo de acudir a un terapeuta sexual, quien les orientará y solucionará la disfunción con técnicas de efectividad comprobada y además normalizará la situación, ayudándolos a sentirse plenos como individuos sociales y sexuales, eliminando las fronteras entre el individuo, la pareja y su sexualidad.

Rosa se fue por su cuenta a una psicóloga, necesitaba a una mujer a la que poder contarle sus intimidades sin sentirse avergonzada, tras una terapia en la que trabajó entre otras cosas su autoestima, eliminar sus pensamientos negativos, las causas de su ansiedad y de cómo reducirla, también aprendió técnicas para mejorar la calidad y cantidad de sus relaciones sexuales. A Luis, su marido, se le ve muy contento desde entonces.


Lo de Juan fue algo más complejo; que a un hombre se le cuestione “su virilidad” es muy delicado y su matrimonio ya estaba suficientemente deteriorado. Lucía hacía de todo, desde intentarlo seducir, hasta someterlo a un tercer grado día sí, día no. En una ocasión, Juan decidió ir al médico. Resultado: hipertensión, se le mandó dieta baja en sal, bajar de peso, deporte y reducir la ingesta de alcohol. Tras seis meses la había controlado sin necesidad de medicación, pero la erección seguía sin estar bien, ahora sí había llegado a la conclusión de que el problema era algo más que la hipertensión. Lucía había oído algo en el vestuario del gimnasio de cómo un psicólogo de parejas ayudó a una chica en su matrimonio. Se decidió, buscó uno y llamó. Juan fue arrastrado a la consulta del terapeuta, tras varias sesiones empezó a relajarse y a abrirse. Tanto él como Lucía aprendieron cómo la ansiedad, el miedo, las falsas expectativas y la falta de comunicación habían lesionado un feliz matrimonio. A través de la terapia trabajaron juntos y se esforzaron en seguir las indicaciones que se les dieron, mejoraron en el plano individual y el conyugal, reconstruyeron su matrimonio y aprendieron a disfrutar del sexo de forma diferente. Aún hoy, cuando están tumbados en la cama, tras el coito, se preguntan, ¿por qué no fuimos antes a terapia?
 
 
 










 

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