lunes, 10 de diciembre de 2012

Desarrollo de la Personalidad.....

A continuación os adjunto un tema de "psicología educativa" que es altamente interesante e importante, si en la aulas los profesores y nosotros como padres, estuviésemos más atentos......si no "machacásemos" tanto a nuestros hijos... si nos hubiesen "machacado"... ¿Quiénes seríamos?¿cómo seríamos? Interesante lectura que nos hará recapacitar... aún estamos a tiempo... sirve a los niños... y a los adultos... cambiando el entorno... sirve a profesores, a padres y a familiares... por intentar todos ser más felices...


Desarrollo de la personalidad de los 6 años hasta la adolescencia


1. INTRODUCCIÓN

En el ámbito educativo, la autoestima y el autoconcepto tienen gran importancia en los alumnos de cualquier nivel. La percepción y la valoración de los niños sobre sí mismos condicionan su equilibrio psicológico, su relación con los demás y su rendimiento.

La autoestima se relaciona con el sentimiento de dignidad y de consideración positiva de uno mismo impulsando la autorrealización e influyendo extensa e intensamente en nuestra vida.

Analizaremos las diferencias entre autoconcepto y autoestima, presentando el papel que tiene "uno mismo" en la educación, y se comentarán conceptos del desarrollo personal.


2. PERSONALIDAD

La personalidad es un conjunto de características que definen a una persona, es decir, los pensamientos, sentimientos, actitudes y hábitos y la conducta de cada individuo. Todo ello de manera muy particular, esto hace que las personas sean diferentes a las demás.

También cada persona al nacer, tiene su propia personalidad; como por ejemplo, los padres dicen de su bebé que es muy inquieto. Aunque cabe destacar que no nacemos con una personalidad determinada, si no que con unas características propias, que con el paso del tiempo se definirá.
La personalidad se ira estructurando y cambiando con el paso de los años, puede ser por modelo significativo del niño (tendremos una personalidad copiada) o por el entorno en el que se desarrolla. Además de que será fundamental para el desarrollo de las habilidades del individuo y de la integración con grupos sociales.

Los factores determinantes en la personalidad:

- El carácter:

Es un tipo de comportamiento que manifiesta el niño. Puede tener un carácter fuerte o débil, tiene relación con el entorno en el que se desarrolla.

- Elemento psíquico del carácter:

En él intervienen las funciones psíquicas, como la acción de ambiente. A partir de ellas, se desarrollan los factores individuales: modo de reaccionar y de afrontar los pequeños problemas.

- Elemento orgánico del carácter:

En él existe una relación entre cuerpo y mente; el carácter depende también de la constitución física y el temperamento.

- Temperamento:

Es la manera natural con la que el niño interactúa y vive en el entorno que le rodea. Todo ello implica la habilidad para adaptarse a los cambios, el estado de ánimo, el nivel de actividad...

El grupo de iguales, es importante en el desarrollo de la personalidad, ya que tienen efectos positivos en la vida del niño, tales como: el desarrollo de habilidades de sociabilidad, mejoramiento de relaciones y adquisición del sentido de pertenencia. Las relaciones familiares, también sufren cambios, ya que el niño, pasa mucho tiempo fuera de su casa; esto se debe a que se ocupa en la escuela, con los amigos, los juegos, las clases extracurriculares, etc. Pero con un ambiente de amor, apoyo y respeto por parte de todos los miembros de una familia, brindará un desarrollo saludable.
Al final de esta etapa el niño se prepara para un cambio que es determinante para toda su vida: LA ADOLESCENCIA.

Como profesores...

- Conocer la personalidad de cada alumno, para así atender sus características.
- Si conocemos las características de cada alumno podremos potencias su interés, haciendo actividades ajustadas a los gustos, aprenderán mejor. Estos resultados favorecerán al grupo desde el más tímido al más dinámico.
- Actividades que le motiven más.

Por ejemplo: Si al grupo le gustan mucho los animales, en vez de explicar la sexualidad de los animales en clase, se podría explicar en un zoo.


3. AUTOCONCEPTO

Se nutre de nuestras características físicas, intelectuales, afectivas... Por lo que nos  aportará facilidades, desarrollo de los órganos...
Las actividades siempre han de estar adaptadas al alumno. Puesto que si las actividades son muy fáciles se aburrirán y si son muy complicadas se frustrarán.
Por ejemplo: El niño le pregunta a su madre -¿mamá, yo soy guapo?- y la madre le contesta -¡Por descontado!-. A raíz de esto el niño piensa que por ser guapo, es fuerte, corre mucho...
 


Los niños tienen relaciones sociales escasas, puesto que no comprender a la otra persona, no tienen una escucha a largo plazo de los problemas de otras personas, etc. Conforme crecen, su autoconcepto va modificándose.

De 6 a 8 años, se sienten como personas con sentimientos y deseos.

 Y a los 8 años, distinguen entre características físicas y psicológicas. Identifican el "yo" como algo interior y psicológico.
Cuanto más se acercan a la adolescencia, sus autodescripciones se realizan más en términos abstractos que concretos.

3.1. Tipos de autoconceptos:

- Autoconcepto académico:
Se refiere a la percepción que el niño tiene de la calidad de su desempeño, como estudiante. Es relativo al sentimiento que se genera en el estudiante acerca de su actividad a través de sus profesores (buen alumno, buen trabajador...) y, también, referido a cualidades en ese contexto (inteligencia, hábito de estudiar...). Esto esta relacionado con el ámbito psicosocial, rendimiento escolar, estima de los compañeros...


- Autoconcepto social:

Es la percepción que el niño tiene con sus relaciones sociales. Referido a la relación social e interpersonal con la facilidad o dificultas para mantenerla. el autoconcepto social esta relacionado con el ajuste y el bienestar psicosocial, con el rendimiento escolar, con el aprecio de profesores y compañeros...

- Autoconcepto emocional:

Es la percepción que el niño tiene sobre su estado emocional y sus respuestas a diferentes situaciones, con implicación en su vida cotidiana. Hace referencia a la percepción sobre le propio estado emocional (me asusto mucho), y a la autovaloración emocional en algunas situaciones (cuando me preguntan) en las que la otra persona es superior (profesor). Un autoconcepto emocional positivo supone que la persona controla las situaciones y emociones. Se relaciona positivamente con la habilidades sociales, el autocontrol, el sentimiento de bienestar y la aceptación de los iguales. Por la parte negativa: la ansiedad, la deficiencia en la integración escolar...

- Autoconcepto familiar:

Es la percepción que tiene el niño de su implicación, participación e integración en la familia. Se refiere a la confianza y al afecto de los padres con el sentimiento de felicidad y apoyo, pretenden equilibrar la falta de implicación en la familia o la inaceptación por los otros miembros. En resumen, se relaciona positivamente con el redimiento escolar y psicosocial, con el bienestar, con la integración...

- Autoconcepto físico:
 
Se refiere a la percepción que tiene el niño de su aspecto físico y de su condición física. Además de a la prácticas deportiva-social, física y de habilidad. Un autoconcepto físico alto indica que el niño se percibe agradablemente y que puede practicar un deporte con éxito. El autoconcepto positivo se relaciona con la percepción de salud y de bienestar, con autocontrol, con rendimiento deportivo, con motivación de logro, al igual que con integración académica y social. Por el contrario, el autoconcepto negativo se relaciona con el desajuste escolar y con problemas interpersonales.


3.2 Desarrollo del autoconcepto

El enfoque del desarrollo del autoconcepto se realiza desde la cognición y la ontogénica.
El enfoque cognitivo indica que conforme se avanza en el desarrollo, la persona se conoce más y mejor. En efecto, los niños pequeños se describen a sí mismos en términos de apariencia física y a medida que crecen empiezan a tener más presentes las características psicológicas y sociales. Estos avances no suceden de modo fortuito, sino que se relacionan con las capacidades cognitivas del niño cada vez más desarrolladas y con sus interacciones sociales más ricas. De igual modo, a medida que vamos creciendo el concepto de sí mismo es más consistente y realista.
La perspectiva ontogénica explica y describe la evolución del autoconcepto a lo largo de las etapas del desarrollo.

La fase de los 5 a los 12 años.
Es el período de expansión del yo. La escolarización exige al niño integrarse en las nuevas experiencias, adaptarse a un entorno desconocido y hacer frente a nuevos desafíos. La escuela influye notablemente en el autoconcepto del niño, dado que le ofrece mucha información sobre su capacidad, popularidad, comunicación, etc. Los éxitos y fracasos repercuten en el sentido de la identidad y en la autoestima.

Cabe destacar en la niñez:

- La escuela contribuye a configurar el autoconcepto general y el autoconcepto académico del niño. Los resultados que obtiene y los comentarios que recibe de profesores, compañeros y padres condicionan la opinión que el niño tiene de sí mismo.
- Dado que el autoconcepto se construye en la interacción social, el mayor número de relaciones del niño, con profesores y compañeros, permiten mantener o cambiar el autoconcepto.
- Los sentimientos del escolar hacia sí mismo dependen en gran medida del comportamiento del profesor hacia él.
- El autoconcepto del profesor influye indirectamente en el autoconcepto que el niño tiene de sí mismo. El niño con sentimiento de eficacia, seguridad en su actuación y baja ansiedad, favorece en los alumnos al desarrollo de percepciones positivas respecto a sí mismos y sobre los compañeros. Así pues, tanto las relaciones que el profesor establece con sus alumnos como en su ejecución en el aula influyen positivamente en los resultados académicos y en el autoconcepto de los escolares.
- El autoconcepto académico y las variables que influyen en él se extienden más allá del marco escolar. De un lado, los logros académicos y las percepciones que los demás tienen sobre el niño en materia escolar se pueden generalizar a otros aspectos, como inteligencia, madurez, etc. De otro, la familia puede ejercer una influencia decisiva en la formación del autoconcepto académico.
 
De todo lo dicho se deduce que hay que procurar que el niño tenga un autoconcepto realista y equilibrada confianza en sus posibilidades, que lejos de llevarle a abandonar ante las dificultades que se le presentan le animen a superarse gracias al esfuerzo y a la conquista de metas cada vez más altas.
 
Evitar los errores del docente, la crítica personal, las comparaciones... pues lo único que se consigue es que los escolares se infravaloren y que disminuya considerablemente su rendimiento escolar.


Propuestas de mejora del autoconcepto de los niños:
 
- Aceptar y respetar al educando y reconocer sus posibilidades y limitaciones.
- Crear un ambiente agradable y de confianza.
- Potenciar la comunicación con los niño: preguntar, escuchar...
- Favorecer la iniciativa del niño, estimular la exploración y el descubrimiento.
- Definir con claridad los objetivos y comprometer a los niños en su logro.
- Involucrar a los niños en el establecimiento de las normas y animarles a respetarlas
- Tener expectativas realistas y positivas sobre las posibilidades de los alumnos.
- Cultivar la empatía, lo que equivale a ponerse en el lugar del niño, aceptarle y comprenderle.
- Hacer juicios positivos sobre los alumnos y evitar los negativos
- Personalizar la educación

Las propuestas mencionadas no tendrán los mismos efectos en todos los niños. Su efecto dependerá de las características del docente y de la situación. Ni llegar a creer que todos pueden alcanzar las mismas metas. Se pretende que el niño se conozca, descubra cuáles son sus cualidades y avance en el proceso de desarrollo personal con la ayuda, aliento y orientación del docente y de los compañeros.

Difícilmente se podrá motivas e ilusionar a los niños si el docente está frustrado, estresado o no confía en su propia actuación. Si el estado de ánimo es positivo sus consecuencias serán que estén identificados con los demás en lugar de aislados; preparados para hacer frente a la mayor parte de las dificultades; dignos de confianza y seguros; agradables y buscados en vez de ignorados y rechazados; personas consecuentes, dignas y de valía.


4. FUNDADORES DE LA TRADICIÓN DEL ESTUDIO CIENTÍFICO DEL AUTOCONCEPTO:
 
_William James
_Cooley o Mead y Baldwin

A lo largo de la historia de la literatura científica al término autoconcepto, en general, se le han dado y aún se le dan diferentes interpretaciones, sin que, a veces, se puedan delimitar con precisión y claridad los términos y ámbitos que se manejan (Burns, 1990). El conocimiento de uno mismo es una teoría, es lo que la persona cree de sí mismo y siente sobre sí mismo, aunque lo que crea y sienta no se corresponda con la realidad y, en función de ello, así se comporta.
 
 
De ahí que la mayoría de los autores interpreten el autoconcepto globalmente como conjunto integrado de factores o actitudes relativos al yo, básicamente por tres: cognitivos (pensamientos), afectivos (sentimientos) y conativos (comportamientos); que, de considerarlos individualmente, quizás podrían identificarse de la siguiente manera: el primer factor como autoconcepto propiamente dicho, el segundo como autoestima y el tercero como autoeficacia.

4.1 James
 
En el siglo XIX, William James (The Principles of Psychology, 1890) elaboró una forma más convincente de distinguir entre sujeto-objeto y le dio al autoconcepto un tratamiento más profundo que cualquiera de sus predecesores. Su idea clave fue la categorización del yo global en dos aspectos: El "mí", para la persona empírica, y el "yo", para el pensamiento evaluativo, considerando el yo global como la simultaneidad de ambos.
 
 
La ingeniosa fórmula de James (1890) dio una pauta a seguir:
Autoestima = Éxito / Pretensiones

4.2 Cooley, Mead i Baldwin
 
Para algunos teóricos e investigadores como Cooley y Mead, el autoconcepto es una construcción de índole y origen social. A través de las interacciones con los otros, nos vamos dando cuenta de que éstos tienen una imagen, ideas y opiniones acerca de cómo somos. Dichas opiniones e imágenes son transmitidas habitualmente por medio del lenguaje y generalmente son consideradas como una información valiosa acerca de nosotros mismos, fundamentalmente cuando provienen de personas que consideramos importantes para nosotros, personas que Cooley denomina “otros significativos”. Podemos decir que parte de nuestro concepto sobre nosotros mismos, según Cooley, se fundamenta en lo que creemos que los otros piensan de nosotros.
 
Para Mead la interacción social nos provee de información para formas nuestro autoconocimiento ya que lo otros exhiben actitudes o conductas como reacción a nuestra forma de ser o de comportarnos en determinados momentos. Dichas reacciones son tenidas en cuenta a la hora de construir la idea de nosotros mismos. Por otra parte, Mead señala que, a través de la interacción social, el sujeto descubre en los otros modelos o pautas tanto de comportamiento como actitudinales que le resultan deseables y tiende a imitarlos y a internalizarlos.

Baldwin propone un modelo de emergencia del autoconcepto a partir de la imitación y la internalización de los comportamientos de los otros. Este proceso se produce ya desde las figuras cercanas al bebé en los primeros años y se va afianzando a través de los años con los otros significativos para el sujeto. Sin embargo, Baldwin apunta un elemento muy interesante en su propuesta y es la idea de lo que podríamos llamar “reciprocidad en la construcción de la identidad”. Para el autor, los niños van absorbiendo e internalizando “copias” de acciones, actitudes, etc. de los seres cercanos, pero, al mismo tiempo estas informaciones no solo constituyen claves para su autoconocimiento sino también para el conocimiento de quiénes y cómo son los otros.

Lo interesante de este modelo es que establece una relación intima entre el sentido de sí mismo y el sentido del otro que adquiere el sujeto desde la interacción, a través de las herramientas de la imitación e internalización. Esta conciencia de los otros como seres con ideas, emociones, etc. con una cualidad idéntica a las propias, podría entenderse ya como los cimientos de una teoría de la mente.

Lo dicho hasta ahora podría identificarse como las raíces del actual campo de estudio acerca del conocimiento del sí mismo.

Los modelos actuales asumen que el autoconocimiento es un sistema compuesto por diversas áreas que se encuentran relacionadas entre sí, que se influyen mutuamente y que, a su vez, deben entenderse como parte del sistema general de conocimiento, de emoción y de actuación del individuo. Dentro de este marco, el principal interés de los investigadores ha sido conocer cómo evoluciona, qué funciones tiene y desarrolla cada uno de estos sistemas y cómo interaccionan. Así mismo, la mayoría de los modelos actuales recogen la importancia de la relación con los otros como fuente de autoconocimiento y autoevaluación.
Evolución del autoconcepto

El estudio del desarrollo del autoconcepto se ha realizado desde dos enfoques: el cognitivo y el ontogénico o evolutivo.
 
El enfoque cognitivo sostiene que conforme se avanza en el desarrollo, la persona se conoce más y mejor. En efecto, los niños pequeños se describen a sí mismos en términos de apariencia física y a medida que crecen empiezan a tener más presentes las características psicológicas y sociales. Estos avances no suceden de modo fortuito, sino que se relacionan con las capacidades cognitivas del niño cada vez más desarrolladas y con sus interacciones sociales más ricas (Hidalgo y Palacios 1990, 279).
De igual modo, el concepto de sí mismo es en los mayores más consistente, objetivo y realista.
La perspectiva ontogénica explica y describe la evolución del autoconcepto a lo largo de las etapas del desarrollo. En este enfoque hemos de destacar a L´Ecuyer (1985), quien sintetiza muchos trabajos y propone seis fases al hablar de la secuencia que sigue el autoconcepto desde los 0 a los 100 años de edad, tal como resumimos a continuación:

1.- Fase de 0 a 2 años. Es la etapa denominada emergencia del yo, ya que se produce una progresiva diferenciación entre el yo y los otros. Asimismo, las numerosas experiencias internas y externas contribuyen a crear una imagen corporal cada vez más estructurada y reconocida. El niño adquiere la conciencia de sí mismo.

2.- Fase de 2 a 5 años. Esta etapa recibe el nombre de afirmación del yo. En la fase anterior el yo estaba poco definido y va afianzándose en estos años, según se aprecia en el lenguaje y en el comportamiento. Así, es frecuente la utilización de los términos “yo” y “mío” que indica una diferenciación creciente entre uno mismo y los demás. En cuanto a su conducta, en esta fase se observa una comunicación sostenida del niño tanto con adultos como con otros niños. La imitación y la actividad lúdica adquieren gran importancia.
Las relaciones del niño con los adultos (padres, profesores, etc.) y con sus iguales han de fundarse en la seguridad, la confianza y el afecto; lo cual revertirá positivamente en el desarrollo del autoconcepto y en la creciente autonomía.

3.- Fase de los 5 a los 12 años. Es el período de expansión del yo. La escolarización exige al niño una gran apertura para integrar las nuevas experiencias, adaptarse a un entorno desconocido y hacer frente a nuevos desafíos. La escuela influye notablemente en el autoconcepto del niño, dado que le ofrece mucha información sobre su capacidad, popularidad, comunicación, etc. Los éxitos y fracasos repercuten en el sentido de la identidad y en la autoestima.

4.- Fase de los 12 a los 18-20 años. Es la etapa de la diferenciación del yo.
Durante la adolescencia se produce una reformulación del autoconcepto. Se revisa la propia identidad a partir de las nuevas experiencias, de la maduración corporal, de la mayor responsabilidad y de los deseos de autonomía. También el medio escolar ofrece información al adolescente y contribuye a la valoración de sí mismo como estudiante, al tiempo que condiciona sus intereses y aspiraciones profesionales. En suma, durante este período el adolescente avanza en el descubrimiento de sí mismo como ser singular.
5.- Fase de los 20 a los 60 años. Denominada de la madurez del yo. Aunque para algunos psicólogos estamos ante un período de estancamiento o meseta, se pueden producir cambios en el autoconcepto como consecuencia de acontecimientos impactantes, tales como: divorcio, pérdida de empleo, paternidad o maternidad, etc.
Parece que el interés por las cuestiones sociales aumenta hasta los 40 años, momento a partir del cual crece la preocupación por uno mismo, sobre todo entre los 50 y 60 años.

6.- Fase de los 60 a los 100 años. Es la etapa del yo longevo. Se intensifica el declive general, por lo que puede haber un autoconcepto negativo. La disminución de las capacidades, la enfermedad, el impacto de la jubilación, el fallecimiento de personas queridas, el sentimiento de soledad, la pobreza, etc., pueden influir en la pérdida de identidad, en la baja autoestima y en la reducción de la vida social. En cualquier caso, conviene tener presente que durante la vejez hay grandes diferencias interindividuales.
Las investigaciones más recientes obligan a relativizar las afirmaciones genéricas sobre la formación del autoconcepto, pues es posible que unas dimensiones del concepto de sí mismo cambien más que otras y que alguna no varíe nada (Goñi 1996, 63).
De la revisión de diversos trabajos realizada por Cubero y Moreno (1990, 290-291), recogemos algunas conclusiones sobre la influencia de la institución escolar en el autoconcepto:
- La escuela contribuye a configurar el autoconcepto general y el autoconcepto académico del niño. Los resultados que obtiene y los comentarios que recibe de profesores, compañeros y padres condicionan la opinión que el alumno tiene de sí mismo.
- Dado que el autoconcepto se construye en la interacción social, el mayor número de relaciones del niño, con profesores y compañeros, permiten mantener o cambiar el autoconcepto.
- Los sentimientos del escolar hacia sí mismo dependen en gran medida del comportamiento del profesor hacia él. Rosenthal y Jacobson (1980) demostraron que las expectativas de los maestros sobre el rendimiento de sus alumnos provocaban cambios reales en la actuación de los niños. Navas,
Sampascual y Castejón (1991), a partir del clásico trabajo citado, realizaron una investigación que les permitió comprobar que las expectativas de los docentes juegan un papel fundamental en el rendimiento académico de los alumnos. Estos autores también confirmaron que las expectativas de los profesores condicionan las expectativas de los alumnos sobre su propio rendimiento.
- El autoconcepto del profesor influye indirectamente en el autoconcepto que el educando tiene de sí mismo. Los profesores que albergan sentimientos positivos hacia sí mismos tienden a aceptar a los demás con más facilidad. El docente con alto sentimiento de eficacia, seguridad en su actuación y baja ansiedad, favorece en los alumnos al desarrollo de percepciones positivas respecto a sí mismos y sobre los compañeros. Así pues, tanto las relaciones que el profesor establece con sus alumnos como en su ejecución en el aula influyen positivamente en los resultados académicos y en el autoconcepto de los escolares.
- La importancia del autoconcepto académico y de las variables que influyen en él se extienden más allá del marco escolar. De un lado, los logros académicos y las percepciones que los demás tienen sobre el niño en materia escolar se pueden generalizar a otros aspectos, como inteligencia, madurez, etc. De otro, la familia puede ejercer una influencia decisiva en la formación del autoconcepto académico.
De todo lo dicho se deduce que hay que procurar que el alumno tenga un
autoconcepto realista y equilibrada confianza en sus posibilidades, que lejos de llevarle a abandonar ante las dificultades que se le presenten le animen a superarse gracias al esfuerzo y a la conquista de metas cada vez más altas. Como bien escribe Gómez Dacal hay que huir de la acción docente basada en el error, en la crítica personal, en las comparaciones y en la constatación de las insuficiencias discentes, pues lo único que se consigue es que los escolares se infravaloren y que disminuya considerablemente su rendimiento académico.

5. EVOLUCIÓN DEL AUTOCONCEPTO A LO LARGO DE LA INFANCIA

Desde los dos años, aproximadamente, la adquisición del pensamiento simbólico y del lenguaje, juega un papel muy importante en el asentamiento y desarrollo del “sí mismo”. El lenguaje permite que el niño pueda pensar y expresar su especificidad como ser de un modo que nunca antes lo había hecho, por ejemplo, mediante el uso de nombres, pronombres o la expresión de deseos o sentimientos. Esta nueva capacidad, ha permitido a los investigadores acercarse al estudio del autoconcepto a través de diversas estrategias entre las que destaca la autodescripción.
La forma en que los niños/as se describen a sí mismos a partir de los dos años, cambia a medida que se desarrollan. La formación del autoconcepto del niño depende de los cambios que se producen en su sistema conceptual, así, la adquisición de pensamiento simbólico y la evolución del lenguaje juegan un papel relevante en el afinanzamiento del y en la formación de la personalidad. La autodescripción es una de las estrategias usadas que nos permite conocer cómo progresa el autoconcepto a lo largo de la infancia. Podemos distinguir 2 etapas:

La autodefinición: la expresión del autoconcepto en la edad preescolar.
- Desde los dos años, los niños aportan mucha información acerca de su visión de sí mismos, ya que utilizan de forma habitual expresiones referidas a ellos como “yo no lloro cuando me pinchan” o “yo ya soy mayor”. Estas expresiones, junto con el uso masivo de pronombres posesivos indican claramente una
conciencia por parte del niño de su especificidad frente a los otros.
- Entre los dos y cuatro años se producen grandes avances en el autoconcepto. Si hacia los dos o tres años se pregunta a un niño cómo es, sus respuestas suelen ser del tipo “soy un niño” o “tengo unos pantalones verdes”. Es decir, en torno a características físicas, posesiones o preferencias. Estas respuestas, a las que se van sumando a lo largo de estos años otras, muestran que el niño pequeño basa su conocimiento de sí mismo en categorías, en aspectos muy concretos y en rasgos observables y singulares, propios de un pensamiento preoperatorio. Hay que señalar que las autodescripciones de los niños y, por tanto su autoconocimiento, se conforma siempre en torno a características y aspectos positivos.
- A lo largo de los años preescolares los niños muestran un considerable avance en su autoconocimiento y en el de los otros, utilizando cada vez un mayor número y rango de categorías a la hora de describirse. Estas nuevas características incluyen las psicológicas, las emocionales y las conductuales.
Otra de las características del autoconocimiento a lo largo de esta etapa, es que los niños comienzan a utilizar opuestos (como alegre o triste, bueno o malo, valiente o miedica) para identificarse o identificar a otros. Estas categorías, son entendidas por los niños de estas edades como o se es bueno o se es malo o se es cariñoso o brusco, es decir, los sujetos se representan a sí mismo y a los otros como poseedores de una única cualidad, por lo que categorizarían a alguien como brusco si en un momento determinado le vieran comportarse de esta forma y no pueden entender, por ejemplo que alguien pueda ser amable con determinadas personas y utilice un patrón de comportamiento distinto con otras.

- El pensamiento del niño al inicio de la edad preescolar le impide establecer distinciones y relaciones entre los rasgos psicológicos o aptitudinales y los resultados de sus acciones, y así, creen que todo se puede alcanzar mediante la voluntad o el deseo. Este rasgo infantil y su progresiva modificación, repercutirá en la autoestima, y tiene una de sus vertientes interesantes en la cualidad de las relaciones que establecen los niños con los otros, por ejemplo, los adultos. Así, mientras que hacia los dos o tres años, exhiben rabietas permanentes ante la frustración, progresivamente, los niños muestran mayor habilidad de autocontrol, negociación y capacidad de concesión frente a los otros. Este avance está claramente relacionado con el desarrollo de la competencia para comprender sus motivos, deseos, emociones, pensamientos, etc. y las de los demás, es decir, de nuevo, con el desarrollo de una teoría de la mente.

El autoconocimiento en los años escolares.

- Durante la edad preescolar los niños han desarrollado un concepto de sí mismo bastante superficial y estático. Desde los seis años su autoconocimiento comienza a ser más complejo e integrado. Se enriquece, por ejemplo, con la posibilidad de coordinar categorías de sí mismo que antes estaban separadas o que eran opuestas, por ejemplo, pueden decir que se callan cuando el profesor les regaña pero que les gusta mucho hablar. Este mismo progreso se observa cuando describen o interactúan con otras personas.
- Durante estos años, además, los niños comienzan a utilizar otro tipo de categorías que resultan muy interesantes y que tienen que ver con una toma de conciencia de pertenencia a grupos. Así incluyen en sus descripciones, por ejemplo, el que son hinchas de un equipo de fútbol o fans de un cantante. Ello les permite el acceso a una dimensión de autoconocimiento muy útil: la toma de conciencia de características compartidas con otros, que le identifican con los miembros de un grupo pero que a su vez, no le impiden seguir siendo ellos mismos.
- En este terreno, los niños de estas edades tienden a compararse en rasgos y habilidades con los otros o con sus grupos. Esto supone un avance personal y social muy importante ya que el niño comienza a percibirse también como un individuo que desempeña roles distintos dependiendo del grupo al que se esté refiriendo (en el equipo de fútbol es delantero, en su casa es el pequeño, en el colegio es el que sabe hacer mejor las
cuentas, etc.). Precisamente la toma de conciencia de estos distintos roles son una de las bases sobre las que construye su percepción de sí mismo como alguien único frente a los otros.
Estos aspectos, suponen a sí mismo, un progresivo aumento de la capacidad de autorregulación, es decir, de ajustar el comportamiento dependiendo de las situaciones y personas con las que se esté interactuando.

AQUI TENEMOS UN CUADRO RESUMEN DE LA EVOLUCION DEL AUTOCONEPTO A LO LARGO DE LA INFANCIA ( tanto años preescolares como escolares)




6. LA AUTOESTIMA. DIMENSIONES, EVOLUCIÓN Y DETERMINANTES
- La autoestima es uno de los diez pilares fundamentales sobre el que se construye la personalidad desde la infancia, y uno de los diez más importantes predictores del grado de ajuste psicológico durante la adolescencia y la adultez.
- La autoestima hace referencia a la evaluación y a la percepción emocional que hacemos de nosotros mismos, a como valora cada persona nuestras propias capacidades y competencias.
- Es a partir de los 5-6 años cuando empezamos a formar un concepto de como nos ven nuestros padres, mestros, compañeros y las experiencias que vamos adquiriendo.
- Una elevada autoestima relacionada con un concepto positivo de sí mismo,potenciará la capacidad de la parsona para desarrollar sus habilidades y aumentar su seguridad personal, mientras que un bajo nivel enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.
-La autoestima se diversifica, aparecen nuevas dimensiones y según se avanza en edad se va consolidando una autoestima global que refleja una valoración general del YO, no ligada a ninguna faceta específica. La autoestima no es un rasgo estático ni estable en el tiempo, sino más bien un índice dinámico y sujeto a cambios, que se ve influido por las experiencias a las que las personas nos vemos expuestas.
- La autoestima esta basada en una serie de pilares básicos, que dependen solo de nosotros y los mostramos en esta escala:




6.1 EL CONOCIMIENTO Y LA VALORACIÓN DE SI MISMO

Con la autoestima y sus diversas dimensiones (física, académica y social) en el individuo que está en la edad escolar y previo a la adolescencia se logra una autoestima global.

6.1.1 LA AUTOESTIMA FÍSICA

Desde temprana edad los niños captan lo que una sociedad entiende como bello, por lo tanto su imagen corporal pasa a ser un tema significativo. La autoestima física se encuentra divida en dos subáreas: la primera es la percepción que tenemos sobre la habilidad motriz que poseemos, y la segunda como percibimos nuestra apariencia física.

La apariencia física: su importancia es muy reconocida por los investigadores. Diversas escalas miden diversas subescalas relacionadas con la apariencia física,y tanto es así que cuando se les pregunta a los niños se les pide que se describan a ellos, citan con frecuencia sus características físicas y su apariencia. Un factor negativo es el fuerte impacto de los medios de comunicación que forman estereotipos de belleza.

La habilidad motriz: condiciona la elección o no, por parte del sujeto, de la practica de diversas actividades fisico-deportivas. Un factor que suele afectar negativamente la autoestima física, se relaciona con las exigencias en la clase de educación física, no acordes a las capacidades del niño o niña. EJEMPLO: los niños o niñas con sobrepeso, que son exigidos a correr o hacer un ejercicio con dificultad, sienten que eso se transforma, además de un desafío casi imposible de cumplir, es una situación humillante. En ocasiones se llega a producir tanto estrés que los niños o niñas suelen tener fobia escolar, en los días que hay clases de educación física.

6.1.2 LA AUTOESTIMA ACADÉMICA

La escuela tiene una significativa influencia sobre la imagen que los alumnos se forman de si mismos. Los años que el alumno permanece en la escuela condicionan la Autoestima, sobre todo en el plano académico.

Todo lo que recibe de los demás: valoraciones, crítica, informaciones, van dejando una huella en él. El rol del centro educativo y de los profesores es de máxima importancia para el desarrollo del autoconcepto y la autoestima de sus alumnos.

- La autoestima académica es la capacidad que el niño cree tener para enfrentarse con éxito a las situaciones de la vida escolar.

- La capacidad que se cree tener para rendir bien en el colegio, para ser constante y superar los fracasos. EJEMPLO: si para un niño son importantes las matemáticas y las aprueba tendrá una autoestima alta.


La autoestima influye en el rendimiento escolar: Esta comprobado que los niños que rinde adecuadamente tiene una alta autoestima, ya que se sientes satisfechos de sus esfuerzos. Y por el contrario los niños con bajo rendimiento tienden a bajar su autoestima, lo que disminuye su motivación hacia los aprendizajes. Una ayuda de los padres hacia los estudios es crucial para que valore sus éxitos y aumente su autoestima. Es importante apoyar al niño para que su imagen no dependa solo de lo que ocurre en el cole, hay que potenciar otras habilidades suyas y animarlo a que sea constante. Los profesores también son importantes en la determinación de la autoestima del niño.


6.1.3 LA AUTOESTIMA SOCIAL
Las relaciones con las demás personas ocupan un lugar muy importante en el desarrollo de la autoestima. Las relaciones sociales pueden influir positiva o negativamente en la percepción que cada uno tenemos sobre nosotros mismos. La autoestima se forma primero en la familia, que nos enseñan lo que somos, y después lo que piensan mis compañeros será el complemento de esa autoestima formada en la familia. A medida que el niño crece los grupos a los que pertenece se agrandan y le permite desarrollar el conocimiento social, donde puede formarse una imagen más exacta de las características físicas, intelectuales y personales de los demás y de él mismo.


La influencia de los padres: en los primeros años el estilo de crianza de los padres marca la formación de la autoestima, dependiendo de cómo los padres se relacionan con los hijos se desarrollará una alta o baja autoestima. Los niños están constantemente aprendiendo de sus padres, por lo que para tener una buena autoestima también es necesario que éstos tengan la autoestima alta.
1º Los padres que aceptan, valoran, dan confianza y respeto a sus hijos y utilizan disciplinas justas fomentan una autoestima positiva.
2º Los padres que no valoran, no confían en sus hijos, piensan que no hacen nada bien, utilizan la fuerza como disciplina, etc, fomentarán una autoestima negativa.

La influencia de los iguales: Dependiendo de lo que los compañeros piensen del niño así será la auto imagen y la autoestima que se tenga de sí mismo ya que se compara con sus compañeros . Durante los años escolares el niño aprende a evaluar cada vez con más precisión sus capacidades, de ahí la importancia de la infancia en la vida de las personas en las que son como esponjas que lo absorben todo.

LOS ESTILOS EDUCATIVOS:

Estos estilos de paternidad son el conjunto de actitudes, sentimientos y patrones de conducta que los padres asumen frente al niño y que repercuten en el funcionamiento, tanto psicológico como social, de los hijos.

Estos estilos, unidos al temperamento de partida del niño, dan como resultado diferentes formas de comportamiento. Se habla a grandes rasgos de tres estilos educativos: autoritario, permisivo o democrático. Pero sólo hablaremos del estilo democrático pues es el único que favorece la alta autoestima en el niño, los otros dos generan baja autoestima.

El estilo educativo democrático engloba a padres que se preocupan por sus hijos e intentan que su hijo se supere en situaciones difíciles aunque se equivoque, pues siempre lo apoyan. Tiene un elevado control, pero a la vez son flexibles y hay mucha comunicación. Estos padres favorecen una alta autoestima y también autocontrol. Los niños son sociables e independientes. Este estilo favorece que el niño tenga una buena competencia cognitiva y también una buena autoevaluación, con esta última el niño desarrollará buenas competencias para tener un buen concepto. La autoestima, el autoconcepto y el locus de control van a marcar el estilo atributivo del individuo.


6.2 LOCUS DE CONTROL: INTERNO/EXTERNO

El locus de control, como rasgo de personalidad, está propuesto a partir de la teoría del aprendizaje social. Es una medición de la capacidad de control y autocontrol de la persona, es decir, hasta que punto los individuos logran controlarse ante situaciones sociales o por lo contrario cómo son influenciados por estos en sus actuaciones.

Locus interno: cuando una persona percibe que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir, la percepción que él mismo controla su vida. Está relacionado con la autoestima positiva.
Locus externo: cuando una persona percibe que las situaciones ocurren como resultado del azar, del destino, la suerte, poder o por decisiones de otros individuos. Es la percepción de que los eventos no tienen relación con el propio desempeño, es decir, que las acciones no pueden ser controladas por el esfuerzo y/o la dedicación propia. El individuo se caracteriza por atribuir logros y responsabilidades a otras personal. Está relacionado con el autoestima negativa.

RELACIÓN ENTRE AUTOESTIMA Y LOCUS DE CONTROL

Los niños con alta autoestima son mas seguros de sí mismos, tienen confianza en sus acciones y capacidades, reconocen sus errores o fracasos y saben aceptarlos. Tienen claro que son niños queridos y valorados por sus padres, con lo cual esto provoca que se valoren a si mismos. Estos niños tienen la capacidad para darse cuanta de si alguien se esta aprovechando de ellos y ante esta situación, defienden sus derechos. Los niños con baja autoestima pueden desarrollar angustia, dolor, indecisión, desánimo, ansiedad, vergüenza, etc. Y el conjunto de estos factores pueden provocar en el niño, depresión, sentimiento de culpa, complejos, actitud pesimista y otros sentimientos de angustia.

DESARROLLO DE PERSONALIDAD DESDE LOS 6 AÑOS A LA ADOLESCENCIA

El individuo se desarrolla de forma gradual, bajo la influencia de factores hereditarios, del ambiente social y de la experiencia personal.
La integración en el mundo se produce porque al nacer, a pesar de disponer de un potencial evolutivo casi ilimitado, el ser humano tiene un sistema nervioso tan poco maduro que no es capaz de utilizar de forma espontánea los medios de comunicación imprescindibles para mantenerse con vida. Esto explica la necesidad primordial del bebé de tener contactos humanos reiterados y casi ininterrumpidos. El niño aprende las primeras formas de adaptación al mundo: la integración afectiva repercutirá luego en el modelo general de los futuros contactos.

La base del desarrollo de la personalidad corresponde a nuestra forma de reaccionar ante la interacción constante de nuestros actos y el mundo: el mundo externo y el interior, los objetos y quienes nos rodean.
 
6.3 ROL DE GÉNERO E INFLUENCIAS EDUCATIVAS

Constituyen las actitudes y conductas que han sido modeladas por agentes sociales, y se implican de forma que determinan al individuo, tanto su posición social, como en sus relaciones con los demás, como su personalidad y su conducta.

Profesores = estereotipos de género.
Niños = éxitos y competencias
Niñas = buen comportamiento, prosocialidad.

La influencia de la escuela puede atenuar los estereotipos de género.

7. LA AUTOESTIMA
Toda persona tiene en su interior sentimientos, que según su personalidad puede manifestarlos de diferentes maneras. Muchas veces estas manifestaciones dependen de otros factores, según el lugar físico, sentimental y emocional, éstos pueden influir positiva o negativamente en la formación de la persona o sea en la Autoestima.

 La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar.
Según como se encuentre nuestra autoestima, ésta es responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que una autoestima adecuada, vinculada a un concepto positivo de mí mismo, potenciara la capacidad de las personas para desarrollar sus habilidades y aumentará el nivel de seguridad personal, mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.
Cuando un niño tiene una buena autoetima, se siente valioso y competente. Entiende que aprender es importante, con lo cual no se siente disminuido cuando necesita ayuda. Es responsable, se comunica bien y es capaz de relacionarse adecuadamente con otros.
Un niño con baja autoestima, no confía en si mismo y por lo tanto tampoco en los demás. Suele ser tímido, hipercrítico, poco creativo y en ocasiones puede desarrollar conductas agresivas, de riesgo y desafiantes. Esto provoca rechazo en los demás, lo que a su vez repercute en su autovaloración.


En la conformación de la autoestima, influyen factores de diversos tipos:

Personales: la imagen personal, las habilidades físicas e intelectuales...
Personas significativas: padres, hermanos, profesores, amigos...
Factores sociales: valores, cultura, creencias...
Por lo tanto, su desarrollo estará estrechamente ligado a los valores de la sociedad en la que nacemos y vivimos; si la honestidad, riqueza, delgadez o habilidades en el futbol son valores sociales admitidos y el niño los tiene, se le facilitará una buena autoestima. Pero, además, es muy importante la consideración y critica que recibe por parte de los adultos, sobre todo de aquellos as significativos para el niño ya que, mientras mas importante sea una persona para el o ella, mayor valor tendrá su opinión y mayor será la influencia en la percepción que se va formando de si mismo.

Conductas indicadoras de alta autoestima:


Tener ganas de intentar algo nuevo, de aprender, de probar nuevas actividades.
Ser responsable de sus propios actos.
Hacerse responsable de otras personas, tener conductas pro-sociales.
Confiar en si mismo y en su propia capacidad para influir sobre eventos.
Manifestar una actitud cooperadora.
Autocritica. Aprender de los errores.
Conductas indicadoras de baja autoestima:

Rehuir el intentar actividades intelectuales, deportivas o sociales, miedo al fracaso.
Engañar, mentir, echar la culpa a otros.
Conductas regresivas. Comportamientos no sociales.
No confiar en si mismo. Creer que no se tiene capacidad de control sobre el evento.
Agresividad, timidez excesiva o violencia.
Negación frecuente. Frustración.
Se debe tener en cuenta que todos los niños, alguna u otra vez, demostraran síntomas de baja autoestima. Los padres deben prestar atención a ciertos tipos de comportamiento que no dan indicación de desaparecer. Si el esfuerzo para mejorar la autoestima del niño no da buen resultado, los padres deberían consultar a su pediatra o a un profesional de salud mental.

¿QUE PUEDEN HACER LOS PADRES PARA FOMENTAR LA AUTOESTIMA EN EL NIÑO O NIÑA?

Elogiar a sus hijos: a los niños les encantan los elogios. Los elogios deben ser específicos y sinceros para que tengan un efecto positivo. Lo que importa es que los padres se concentren en las cosas positivas que hacen sus hijos, no en las cosas negativas. Las criticas y los rechazos por parte de los padres suelen tener como consecuencia que los hijos tengan poca autoestima.
Tratar a sus hijos con respeto: los padres deben tratar a sus hijos con el mismo respeto con que se trata en la calle a alguna persona extraña. Una manera importante en la que los padres pueden mostrar respeto a sus hijos es poniendo cuidado en lo que les dicen. Los padres deben empezar a mostrar respeto a sus hijos diciendo "por favor" y "gracias". También los padres deben exigir, que sus hijos hagan lo mismo cuando sea necesario.
No pedir perfección a sus hijos: nadie es perfecto, y los padres no deberían esperar a que sus hijos lo sean. Los niños necesitan saber que sus padres los aceptaran tal y como son, con fallos y todo. Tal aceptación ayuda a los niños a sentirse seguros de si mismos, lo que resulta en el desarrollo de una imagen positiva.
Escuchar y responder a sus hijos: los padres deberían hacerles saber a sus hijos que sus preguntas y opiniones son importantes, y tratarlos con respeto. Si los padres no ponen atención a lo que sus hijos dicen, o si actúan como si lo que dicen no tuviera sentido o es absurdo, sus hijos pensaran que no son importantes. Los padres deben tratar de contestar las preguntas de sus hijos tan honesta y completamente como sea posible. Y en lugar de evitar una pregunta o inventar una respuesta, los padres deberían reconocer cuando no saben algo. Los niños no esperan que sus padres sean perfectos, pero si esperan que sean honestos.
Estimular a sus hijos a que tomen decisiones por si mismos: tomar decisiones es una habilidad muy importante que los niños deben poseer. Esta habilidad aumenta en importancia conforme los niños crecen y se convierten en adultos. Los padres pueden fomentar en sus hijos la habilidad de tomar decisiones. Cuando los niños toman una decisión, es importante que los padres exijan que sus hijos cumplan con las decisiones que han tomado. Los niños deben aprender que cada decisión tiene su propia consecuencia.
Dar responsabilidad a sus hijos: los niños maduran cuando se les dan responsabilidades. Responsabilidades como tareas diarias o semanales hacen saber a los niños que los padres creen que ellos son capaces y que confían en ellos para cumplir con sus tareas.
Dar la oportunidad para tomar decisiones y resolver problemas: ningún padre quiere ver a sus hijos fracasar, y algunos padres tratan de proteger a sus hijos del fracaso, alejándolos de actividades y situaciones en las que ellos pueden fracasar. Sin embargo, es importante que los niños aprendan que todos, adultos y niños, fallamos alguna vez. Los niños no pueden aprender como manejar desilusiones y frustraciones sin primero haberlas experimentado. Así que en lugar de protegerlos excesivamente y tratar de prevenir sus fallos, los padres deberían ayudar a sus hijos a confrontarlas con una actitud positiva. Cuando el fracaso o el rechazo ocurren, los padres deberían asegurarse que sus hijos aprendan a no tomarlo tan a pecho. Los padres pueden demostrar a sus hijos que tales cosas suceden por muchas razones; pero no porque ellos son malas personas. Si los niños toman los fracasos y rechazos como algo temporal y no como un reflejo de su individualidad, serán menos propicios a que estos afecten su autoestima.
Fomento de los intereses y las habilidades de sus hijos: los padres deberían apoyar a sus hijos a participar en las actividades que a ellos les interesen. Participando en actividades que son interesantes y divertidas, y en las cuales ellos pueden sobresalir, ayuda a mejorar su autoestima.
El objetivo que debemos plantearnos es conseguir que el niño se sienta capaz de actuar ante los obstáculos. Deberemos pues:

Evitar las actitudes de culpabilidad.
Evitar corregirle delante de otras personas.
No exigir a los niños cosas que no son capaces de llevar a cabo.
Asesorarle cuando deba enfrentarse a obstáculos.
Instarle a actuar por su cuenta y aceptar el riesgo.
Prodigar elogios apenas haga algo bien.
Promover hábitos de autonomía y responsabilidad.

7.1 DISCREPANCIAS ENTRE EL YO IDEAL Y EL YO REAL

El yo real es lo que la persona siente, cree, piensa y actúa conforme a ello. En fin lo que en verdad es. Sin embargo, necesita de una ideal que le ayude a la realización de ese yo real, es decir, un camino a seguir.

El peligro al seguir al yo ideal es cuando se pierde de vista que la perfección no existe y se busca el ideal apartándose de la realidad. Cuando tal situación sucede, la persona empieza a comportarse en base a su ideal y a sus creencias; se desprecia a sí misma al compararse con su ideal pues lo que en realidad es no le basta y tampoco le sirve para mejorar pues vive en el autoengaño; toma decisiones importantes en su vida en base a lo que su ideal le dice que es; como el ideal es irreal, es débil por lo que presenta una actitud defensiva o agresiva hacia lo o los que experimente como una amenaza; al querer alcanzar esa perfección vive en la angustia que trae la auto exigencia de ser lo que no es. Finalmente, en el extremo, la persona puede llegar a no saber lo que realmente es y/o quiere. Se pierde en el ideal hasta no reconocerse.

Lo anterior lo podríamos sintetizar en este juego de palabras: quien soy, quien quiero ser y quien me cuento que soy.

¿Qué hacer? No es cuestión de pelearse con el yo ideal sino de reconciliarse con él y tomarlo como un objetivo, no como nuestra esencia. Recordemos que mientras más estén separados nuestro yo real y nuestro yo ideal viviremos con más ansiedad porque sólo viviremos de la fantasía defendiendo una imagen falsa que no somos en realidad, sin posibilidad alguna de tener un auténtico crecimiento.

CONCLUSIÓN

Para el desarrollo de la personalidad del niño es muy importante que haya una buena formación de su autoestima y del autoconcepto, ya que son aspectos de gran influencia en su equilibrio psicológico.

También son condicionantes otras factores como el caracter del niño, su temperamento, la relación con su grupo de iguales y la relación con los adultos que le rodean.

Todos estos componentes influirán en la personalidad que el niño vaya desarrollando a lo largo de su infancia y adolescencia.
 
 

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