miércoles, 20 de septiembre de 2017

¿Me resigno?



Me resigno; me esclavizo a la situación, me ato a ella, me bloqueo en mi vida, ya que creo que esto es lo que me ha tocado vivir y no busco más opciones.
La base de la resignación es lo que en psicología se conoce como la Indefensión Aprendida. Descubierta en 1965 por el psicólogo Martin Seligman mientras estudiaba el comportamiento de los perros. En el experimento, que fue diseñado para ser una variación del famoso experimento de “condicionamiento clásico” de Pavlov. Seligman, utilizando dos perros dentro de una jaula, les daba descargas eléctricas sin motivo aparente. Uno de ellos, tenía la posibilidad de cortar la corriente con un golpe de hocico, pero el otro no. El primer perro, se mantuvo la alerta y cortaba la energía, mientras que el segundo vivió asustado, nervioso y cayó en una depresión. Su actitud fue de completa indefensión, aun cuando cambiaron las condiciones y ya tenía la posibilidad de cortar la corriente, NO LO HIZO.
Muy a menudo en consulta, tras diferentes situaciones que acontecen a pacientes, recurro a explicar aquello que les sucede, mediante el resumen de lo que en los libros de texto tuve que estudiar de forma mucho más extensa. Por algún motivo y por situaciones diferentes se sienten mal y que, además, el escenario de su vida, no depende de ellos. Ya sea por cómo le/a trata su pareja, por cómo se sitúa en la familia, por la relación con su jefe/a, por la frustración que vive en su trabajo, por cómo son sus hijos, por su estado de salud… la tristeza, la resignación, el malestar constante rigen su vida, sin fuerzas o como un/a autómata, van avanzando en la vida sin sentir que pasan por ella. Las ilusiones son cada vez menores, sonríen sin sentir y el peso de la carga que llevan encima los anula. La depresión se ha convertido en su compañera de viaje. Piensan: “al fin y al cabo, no puedo hacer nada…” pero, ¿es realmente así?


Realmente hay situaciones que no son modificables, la enfermedad de unos padres, el carácter de tu pareja, el de tu superior o compañeros, la enfermedad que padeces, el trabajo al que vas cada día y no te gusta…no depende de ti, porque es algo externo o interno que va a seguir estando. Pero el cómo nos enfrentamos a esa situación SÍ es cambiable. El vivirlo desde la resignación, no es sano, ni justo. Claro que afecta, no somos de piedra, tenemos un corazón que se daña con cada mala palabra, con cada desprecio, con el dolor de los que queremos o con la indiferencia de los que nos rodean. Al principio lo superamos, no pasa nada, empatizamos con el otro y lo disculpamos, pero cuando empieza a ser un sumatorio, nos va desgastando y seguimos cediendo, hasta el triste día que vemos que hemos cedido tanto que ya no nos acordamos de quienes éramos ni por lo que luchábamos.
¡Llega el momento de decir BASTA!  Recuerda quien eras, cómo te sentías cuando eras feliz, cuando sonreías desde dentro. Piensa en cómo quieres que te traten, hazte respetar, haz hasta donde realmente puedas sin que te afecte a tu vida personal. De acuerdo que hay circunstancias especiales que hay que sobrellevar, crisis temporales debidas a situaciones particulares, sabiendo que pasado un tiempo de esfuerzo la meta merecerá la pena, pero calcula bien tus energías, es una relación de coste beneficio, medítalo bien y acepta. Desde el momento de la aceptación todo cambia, es lo que hay y con lo que hay, voy a ser feliz. Si mi trabajo no me gusta y me frustra, ¿puedo cambiarlo?, si no he buscado no lo sabré, si no he buscado, ¡cómo lo voy a saber!, si he buscado y no encuentro nada, es que algo bueno tiene el que tengo, algo me aporta que no quiero dejar, una economía, un horario, que me permiten vivir mejor que el otro, ¿entonces…? Si tu pareja no te trata como quisieras, porque tiene un carácter no muy compatible con el tuyo, háblalo, si las cosas no mejoran, valora, ¿cuánto te compensa? puede que tenga muchas cosas buenas, y la balanza compense, quizás su educación es bastante diferente a la tuya, o tu eres más sensible de lo normal, pueden ser tantas cosas…aprended a trataros, a quereros bien, que lo positivo aumente para que compense lo no tan positivo. Y si no hay mucho positivo, ¿qué te hace permanecer en esa relación?
Como vemos, todo es relativo en la vida de una persona, hay muchas variables que afectan al día a día. El cómo nos enfrentamos a situaciones reiteradas que nos hacen daño viene de un aprendizaje, de un miedo, de intentar que el otro esté bien. ¿Dónde estamos nosotros en ese encuadre?, simplemente no estamos. Llega el momento de despertar, de empezar a luchar por nosotros, no por nadie más, sólo nosotros. Llega el momento de ser felices, porque nos lo merecemos, busca el sano equilibrio, acepta y compensa, porque si no …¿hasta cuándo te ves en viviendo en la misma situación?


*Ana Ortiz. Psicóloga y Terapeuta.

artículo publicado en el periódico El DIA en mayo del 2017