Los niños resultan un objetivo de gran interés para profesionales y expertos en publicidad y desarrollo de negocio debido a que suponen un mercado primario, un mercado futuro y un mercado de influencia.
En primer lugar, a partir de ciertas edades, los niños cuentan con discretas cantidades de dinero propio para gastar en productos típicos como chicles, gominolas, tebeos, helados o videojuegos. Así, a pesar de su corta edad, los niños se convierten en clientes reales para determinados sectores de igual forma que los adultos los son para otros tipos de productos y servicios (mercado primario). En segundo lugar, los niños son el mercado de mañana para las empresas con las implicaciones e intereses que esto conlleva (mercado futuro). En tercer lugar, muchas de las decisiones de compra familiares son guiadas por las preferencias e indicaciones de los niños (mercado de influencia) (McNeal, 1992).
Considerando este marco, se denomina socialización del niño en consumo al proceso mediante el cual los niños adquieren habilidades, conocimientos, y aptitudes relevantes para su funcionamiento como consumidores en el mercado (Ward 1974). De forma resumida, esta socialización sería el proceso a partir del cual los niños aprenden a comprar y a consumir dentro de una determinada cultura. Precisamente, la pregunta a la que se intenta dar respuesta en este artículo es ¿cómo aprende ese niño a ser consumidor? ¿Cuáles son las etapas por las que pasa?